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Tetas grandes, un imán para los hombres

Es un hecho constatable que a los hombres les encantan las tetas grandes. Basta que vean pasar a una mujer con enormes pechos para que sean incapaces de continuar su conversación ni consigan dejar de seguir con la mirada ese par de senos oscilantes. Si bien es cierto que existen casos particulares que prefieren los pechos manejables, la gran mayoría de los hombres, si pudieran elegir, escogerían las tetas grandes en lugar de las pequeñas. ¿O no?

Tetas grandes, un imán para los hombres

Esto explica, en cierto modo, el auge de los aumentos de pecho de cirugía estética, que han convertido las tetas en signos sociales de una feminidad exacerbada. Pero más allá de la evidencia empírica —lo que podemos observar en cualquier discoteca, playa, piscina o gimnasio al que acudimos—, algunos eruditos han tratado de descubrir cuáles son las causas científicas —si es que las hay— de esta atracción masculina hacia las tetas grandes.

En realidad, la ciencia todavía no ha sido capaz de desentrañar los auténticos motivos de este hecho, pero sí ha ofrecido diferentes teorías que podrían explicar, desde distintos ámbitos, por qué los pechos voluminosos se han convertido en un auténtico imán para los machos humanos.

Basta remontarse al arte paleolítico, y observar las esculturas denominadas venus para comprender que la atracción por las tetas grandes no es un fenómeno reciente. Los investigadores desconocen, todavía, si se trataba de amuletos, de representaciones del canon de belleza femenina prehistórico o de una exaltación de la fecundidad.

Sea como sea, la mayoría de estas venus mostraban a la mujer con enormes pechos y caderas. ¿Crees que es una casualidad? Es probable que no. Seguramente respondían a algún tipo de predilección, latente ya en nuestros antepasados primitivos.

Distintas teorías científicas que explican el fenómeno

Una de las teorías que tratan de explicar el gusto de los hombres por las tetas grandes se remonta también a los homínidos. Cuando el hombre comenzó a caminar erguido, su perspectiva de la existencia cambió radicalmente. Para los perros, los caballos o los cerdos, que se siguen desplazando a cuatro patas, su principal centro de interés sexual es el trasero. Los científicos que defienden la denominada "teoría del eco genital" aseguran que, antes de que el macho humano se incorporara al caminar, su principal estímulo genital eran los culos de las hembras. Sin embargo, cuando se levantó para andar bípedamente, su línea de visión cambió y las tetas se presentaron, exquisitas e insinuantes, delante de sus ojos.

Entonces, y ahora, ocupan una zona preferente. La evolución hizo el resto: los pechos aumentaron y comenzaron a bambolearse para imitar las características del culo y resultar más excitantes, lo que espoleaba la continuidad de la especie. Así, gracias a nuestros yayos homínidos, los hombres del siglo XXI seguimos babeando con las tetas grandes.

Otra teoría científica que trata de explicar el atractivo de los senos grandes se basa en la atracción que ejerce la oxitocina durante la lactancia humana. Se trata de una sustancia que liberan los pechos maternos al segregar la leche que beben sus bebés, cuya función principal es provocar placer en los lactantes. De este modo se genera un vínculo mayor entre el recién nacido y la madre, a través de sus pechos, lo que da lugar a una cierta dependencia emocional y física que se mantiene en nuestro subconsciente durante toda la vida.
Según este enfoque, la estimulación sexual de los pezones, tan placentera normalmente durante los juegos sexuales, permitiría segregar oxitocina que, de algún modo y a través de los sistemas neuroquímicos, potenciaría la unión de la pareja. Evidentemente, si esta teoría es cierta, también las lesbianas deberían sentir una mayor atracción hacia las tetas grandes. Quizá este debe ser el siguiente paso científico a estudiar por estos investigadores.

En tercer lugar se apunta una teoría antropológica como posible explicación del hecho: las tetas grandes representan la riqueza. Siglos atrás, contar con unos pechos enormes era señal de que esa mujer tenía acceso a buenos alimentos y, en consecuencia, poseía una mayor capacidad para amamantar a sus hijos.

Los hombres —sobre todo los de baja condición socioeconómica— los preferían por una cuestión económica y familiar. Esos pechos generosos ofrecían mayores garantías de supervivencia a sus descendientes. Esta tendencia se ha establecido en el código genético —o cultural— masculino, y permanece todavía como un condicionante de los apetitos sexuales varoniles. 

Otras argumentaciones intuitivas sobre el atractivo de las tetas grandes

Sin refuerzos científicos, publicaciones en revistas especializadas ni enormes despliegues mediáticos, existen otras argumentaciones que pueden responder a la pregunta inicial de este artículo: por qué las tetas grandes son un imán para los hombres. El refranero, que recoge la sabiduría popular allende los tiempos y la sintetiza en frases cortas llenas de contenido, es ilustrativo al respecto: "Ande o no ande, caballo grande". Parece ser que está en la condición humana sentir predilección por lo grandioso, lo gigantesco, lo excesivo. De entrada, a las personas les atraen las mansiones enormes, los cochazos y las pantallas gigantes de televisión.

Aunque no está del todo claro que a las mujeres les gusten los penes mastodónticos, sí que parece reforzar este planteamiento su predilección por los hombres altos y los cuerpos más bien musculosos. La propia teoría de la evolución, que asegura que solo los más fuertes de cada especie sobreviven, también respalda esta tesis.

Por último, cabe añadir que las tetas han sido durante siglos zonas femeninas prohibidas que los ropajes se encargaban de ocultar. Las tetas grandes, por su volumen, resultaban más difíciles de disimular y, con frecuencia, regalaban imágenes furtivas que excitaban enormemente a los varones de toda condición. Quizás se mantiene en el subconsciente masculino esa tendencia aprendida de mirar los senos más grandes esperando sortear lo prohibido y verlos en acción huyendo de la ropa.

De hecho, no sería la primera vez que unas tetas grandes se escapan en televisión durante una actuación musical, al lanzarse a la piscina o, simple y llanamente, en una alfombra roja por una elección inadecuada de un vestido chic.

Y a ti, ¿también te vuelven loco las tetas grandes?

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