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Cómo detectar la adiccion al sexo

Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha tenido la necesidad de relacionarse con otras semejantes. El deseo sexual, y el sentirse atraído por personas del mismo o contrario sexo es algo innato para el ser humano. Por este motivo, al ser algo natural, no debemos reprimirlo ni estigmatizarlo de ninguna de las maneras (dentro de unos parámetros normales).

Cómo detectar la adiccion al sexo

Las relaciones sexuales placenteras son una fuente inacabable de beneficios para el ser humano, tanto en lo referente al contacto con otras personas, como en las retribuciones a nivel físico que están constatados que aportan estos encuentros amorosos.

Partiendo de la base de que las relaciones sexuales son algo natural y sano, para algunas personas el deseo sexual y la necesidad de tener encuentros carnales se convierten en algo más que un impulso o deseo ordinario. Saber diferenciar que es un apetito sexual natural y un deseo que no podemos controlar y que nos controla, es un buen primer paso para detectar este tipo de adicción.

No todos los seres humanos tenemos el mismo deseo sexual, al igual que no nos atraen determinadas prácticas sexuales, fantasías, etcétera. También el deseo sexual es diferente en cada persona, no teniendo por igual el impulso de tener relaciones. En el sexo, como en cualquier tipo de comportamiento humano, cada persona siente esa necesidad de relacionarse de manera distinta y personal.

Lo importante es saber diferenciar si ese apetito sexual o necesidad de tener relaciones es un comportamiento natural, o si  ya pasa a ser un problema grave. Tampoco hay que alarmarse cuando una persona siente más impulsos o es más activo sexualmente; no todos tenemos las mismas necesidades ni las cubrimos igualmente. Haciendo un paralelismo algo tosco, el sexo es como el hambre, algo natural en todos, pero no todos sentimos las mismas ganas de alimentarnos ni nos saciamos igualmente.

Cuándo podemos llamarlo adicción

Existen una serie de señales que pueden llevarnos a distinguir entre una persona con una alta carga sexual y actividad frecuente de relaciones, y otra con un problema preocupante con necesidad de atención externa. Estas últimas tienen serias trabas a la hora de llevar una vida ordenada y afecta a sus relaciones personales, incluso laborales.

La llamada adiccion al sexo o desorden hipersexual afecta enormemente a los que la padecen creándole graves consecuencias en sus vidas y en sus relaciones. Aunque muchos de nosotros alguna vez hayamos recurrido al sexo para aliviar alguna carga emocional o liberarnos de la intensa actividad que llevamos en nuestras vidas, esto no es así en las personas con este problema. El deseo sexual no es más que la punta de un problema latente que hay que analizar y tratar.

Cuando el deseo sexual se hace irrefrenable y perdemos la capacidad de control sobre este mismo es cuando podemos llamarle adicción. Las personas con este problema no son capaces de controlar sus relaciones sexuales, se ven incapaces de frenar ese deseo y esas ganas de tener encuentros amorosos aún a riesgo de perder sus empleos o de afectar a sus relaciones sentimentales.

Encontramos un conjunto de síntomas de alarma que nos pueden indicar que realmente estamos delante de una adicción. La actividad sexual frecuente y la imposibilidad de poder parar esta son uno de los signos inequívocos de este problema. La persona se ve incapaz de frenar esta conducta e incluso de dejar de pensar en el sexo, llevando al consumo excesivo de pornografía en muchos casos.

Esta alta necesidad de actividad lleva en muchas veces a la persona a desatender otros aspectos de su vida. Asimismo, nos vemos ante sujetos que dejan su actividad laboral para tener encuentros sexuales o para masturbarse, y así aliviar este deseo irrefrenable. A medida que la actividad aumenta el individuo siente más necesidad por el placer efímero que siente, así que cada vez siente más sed de tener más relaciones y más constantemente llegando a la obsesión por el sexo continuo.

Todo esto deriva también en cambios de humor de la persona, llevando de la euforia en el momento del encuentro sexual al abatimiento después de este, empujándole de nuevo a estos encuentros. Esta necesidad continúa de sexo provoca  que la persona busque estos en trabajadoras sexuales o en personas desconocidas no importándole los riesgos que a veces estas prácticas conllevan.

Normalmente, el individuo no es capaz de detectar que tiene un problema aun cuando su entorno se ve afectado por este, dada su incapacidad para poder frenar sus deseos y pensamientos. Por ello la adicción al sexo es causa frecuente de pérdida de trabajo, separaciones y término de relaciones sentimentales.

Cómo salir de ella

Cuando ya hemos detectado que existe un problema podemos empezar a tratar esta necesidad compulsiva de tener relaciones, aunque no por ello se tiene que erradicar el deseo sexual; lo acertado es intentar que la persona pueda controlar sus deseos e impulsos. Para ello lo mejor es tratar a la persona entendiendo sus circunstancias, e intentar encontrar la base del problema para poder atender mejor sus necesidades.

Como en cualquier adicción, una vez que hemos detectado el problema y se ha empezado la rehabilitación, lo primero es un breve periodo de abstinencia. Este hará que el individuo tome conciencia del problema, y empiece a construir una relación sana con el sexo. La finalidad es que la persona disfrute del sexo con normalidad y alejada de la obsesión por él, pero no erradicarlo de su vida.

El sexo es parte innegable de nuestras vidas y de nuestras relaciones, no puede ser cortado de raíz. Lo esencial es mantener un equilibrio sano entre nuestras necesidades y las respuestas a estas. Todo ello nos hará llevar una vida sexual más plena y satisfactoria, afectando gratamente a nuestra vida cotidiana y nuestras relaciones con los demás.

En el sexo, como en todo en la vida, lo ideal es el equilibri, y no hay que permitir estar atado a este deseo irrefenable. Saber controlar los impulsos, sin duda, es un arma muy eficaz contra cualquier tipo de obsesión o adicción.

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